domingo, 2 de marzo de 2008

Noticia en EL DIARIO DE SEVILLA, 2 Marzo, 08.

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Poetas sevillanos ganadores y finalistas del Adonáis niegan la existencia de un movimiento con rasgos comunes en la ciudad · Opinan que "no hay ningún hecho generacional ni un estilo que compartamos"

Braulio Ortiz / SEVILLA |

Diego Vaya y Carlos Vaquerizo, dos de los autores sevillanos destacados por el jurado del Adonáis.

En las próximas semanas, los sevillanos Diego Vaya y Pablo Moreno publicarán sus poemarios El libro del viento y Discurso de la ceniza. Con estas obras, los dos escritores fueron reconocidos el pasado diciembre con los accésits del Premio Adonáis y se sumaron así a la larga nómina de poetas de la ciudad respaldados, en los últimos años, por este prestigioso galardón: José Antonio Gómez-Coronado -ganador en 2001-, Jesús Beades -finalista en 2004- y Carlos Vaquerizo -triunfador al año siguiente-, sin olvidar al onubense Adrián González Da Costa y el gaditano Javier Vela -vencedores en 2002 y 2003-, que durante un tiempo frecuentaron las tertulias literarias de la capital hispalense.

¿Responde esta profusión de nombres locales vinculados a la trayectoria del Adonáis a algún movimiento concreto? ¿Podrían englobarse estos autores dentro de una escuela que esté surgiendo? Diego Vaya descarta la idea de una posible generación y opina que "no hay ningún rasgo en común entre nosotros. Durante unos años estuvo muy en alza la poesía de Granada, luego pasó a ser la cordobesa y ahora parece ser que Sevilla ha tomado el relevo. Pero no hay ningún hecho generacional ni tampoco unas marcas de estilo que compartamos. Ni siquiera hay un pope que pueda servir de cohesionador". Al respecto, Carlos Vaquerizo apunta que si bien el grupo no comparte señas de identidad, sí hay escritores que evidencian "las mismas lecturas. Pablo Moreno y Jesús Beades son miembros del grupo Númenor, tienen una cierta concomitancia en eso de hacer poesía celebrativa, alegre, en vez de elegiaca. José Antonio Gómez-Coronado y yo somos amigos desde los trece años, hemos compartido innumerables paseos y nos hemos recomendado libros. Y también veo paralelismos entre González Da Costa y Diego Vaya", asegura el autor de Fiera venganza del tiempo. Pablo Moreno, por su parte, expresa su ilusión cuando se le menciona la existencia de un posible grupo. "Muchas veces se ha vendido el pastel como una lucha entre movimientos literarios. Siempre se ha querido enfrentar, pero yo creo que hay más cosas que nos unen, como el amor por la poesía". Jesús Beades, entretanto, se resiste a "ese afán continuo de clasificar por escuelas o generaciones, que no es lógico cuando nosotros, prácticamente, estamos empezando".

La reciente celebración de un Festival de Perfopoesía en Sevilla proclamaba que la poesía ya no era "la gorda, aburrida y putrefacta señora que todos conocíamos", una aseveración que despierta sentimientos dispares. Diego Vaya aplaude el "maravilloso trabajo" de Antonio García Villarán y Nuria Mezquita, creadores de la editorial El Cangrejo Pistolero y organizadores del festival. "Creo que hay demasiados poetas del siglo XIX con sus pelucas mohosas soltando talco. Todo esto de la perfopoesía viene como reacción frente a eso", argumenta. Beades discrepa y afirma que "la poesía no se va a difundir porque alguien proponga un giro radical. Se acerca a la gente de forma misteriosa". Y Vaquerizo concluye que "eso de la perfopoesía es algo con ingenio, muy original, de una gran inventiva, pero para mí la poesía siempre debe trascender".

DIARIO DE SEVILLA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mejorando lo presente, estos sí son para mí los verdaderos poetas actuales de mi ciudad.La poesía debe impregnar el alma de sensaciones y los poetas tenemos el alma tatuada desde siempre y para siempre, no nos pintamos la piel de forma pasajera,no por moda. Aunque elogio el trabajo de la revuelta, la poesía debe calarnos hasta los huesos y más allá para siempre, y haberlo hecho desde siempre.
Inés Cruzado.

Anónimo dijo...

Más que paralelismos, lo que veo entre los versos de Diego Vaya y los míos son, sobre todo, puntos en común. Digo esto porque entiendo que algo paralelo, para que de verdad sea paralelo, debe debe tener una cierta superficie, una extensión mínima (imagino dos caminos, uno junto al otro, o un poco más allá, más largos o más cortos). Sin embargo, lo que sucede entre Diego y yo es otra cosa: cada uno tiene, en el fondo de su alma, un cielo totalmente distinto pero, eso sí, compartimos, por la noche, algunas estrellas.

Por cierto, una aclaración: no he frecuentado nunca ninguna tertulia