La mirada de Gracia Iglesias en PERFOPOESÍA IV

¡Cómo vuela el tiempo, dios mío! Parece que se me escapa de las manos. Sin darme cuenta hemos entrado en noviembre y veo con horror que he desatendido terriblemente mis blogs. No sólo no he cumplido todos los propósitos que me impuse antes del vereano y tengo el infantil casi abandonado, sino que ni siquiera he hecho un somero resumen de lo que fue el festival Perfopoesía de Sevilla, al que tan unida estoy que este año ha salido adelante de forma casi heróica, por lo que se merece más que nunca un aplauso y un guiño bloguero. Mea culpa. En mi descargo he de alegar que el otoño ha venido lleno de mil pequeñas preocupaciones y también con trabajo, y que nada más llegar de Sevilla cumplí con mis deberes de feisbuquera y publiqué en la red social más famosa del mundo un montón de fotos de mi paso por Sevilla.

En fin, como dice el refrán que nunca es tarde si la dicha es buena aquí va una mirada fugaz y a vista de pájaro sobre lo que fue la cuarta edición de PERFOPOESÍA.

Aunque el guillotinazo presupuestario puso en serio peligro el festival, la voluntad de poetas, editoriales y artistas (que ofrecimos nuestro trabajo de forma desinteresada -¡ojo, nota para los políticos!: se trata de una excepción, la gente de la cultura también necesita ganar dinero para vivir-), y los denodados esfuerzos de Nuria Mezquita y Antonio Gª Villarán hicieron posible que el festival se celebrara, reduciéndolo drásticamente en número de días y actividades (sólo de jueves a sábado, frente a los siete días que duraron las anteriores ediciones), y desplazando el escenario principal al hermoso pero arrinconado y aún desconocido por los sevillanos Centro Cultural Santa Clara.

Con todo, el público demostró su fidelidad al certamen y llenó todos los perforrecitales y los recitales bareteros que -he aquí otra novedad- se celebraron en el Café Louvre, pues, lamentablemente, Sevilla también ha perdido este año su emblemático café-teatro El Perro Andaluz, donde hasta ahora se realizaban las sesiones de poesía baretera.


Como me resulta imposible detallar cada una de las actividades que se llevaron a cabo (mesas redondas, charlas, perforrecitales y recitales bareteros con un sinnúmero de protagonistas interesantes), me quedo con una selección de momentos que me impactaron y que os ofrezco en modo fotomatón:

1. El siempre inimitable Señor Mansilla y sus imprescindibles Espías.



2. El llenazo de Marta Mapache: el salón estaba "abarrotao". (Me consta que también fueron un completo éxito de público la actuación de Christina Rosenvinge y el homenaje a Carlos Edmundo de Ory, pero yo aún no había llegado a Sevilla y no estuve allí para presenciarlo.)



3. Las nuevas ocurrencias fonéticas de Jesús Ge, esta vez también en inglés.



4. El culo-experto-en-economía-internacional de Maciá. Hay quien opina que se trata del trasero más visto del mundo.



5. DJ Bellabestia que, con gola pero no engolado, nos puso a bailar frenéticamente la última noche baretera.



6. La coronilla de Jesús Vega haciendo de "escritor maldito" en el inteligente, aunque quizá demasiado denso, pregón final de Andrés Newman.

Y adentrándome ya en lo personal, es decir, en mis aportaciones al festival, debo reconocer que lo pasé fenomenal con Ana Rossetti preparando el homenaje a Gloria Fuertes "En el patio y en la Gloria" y aún mejor cuando actuamos acompañadas de Alejandra Vanessa en una soleada mañana otoñal llena de color y de música. (Más fotos del homenaje a Gloria Fuertes pinchando aquí)


Esa misma tarde volví a actuar en las calles de la ciudad realizando la performance "Contamíname" en la que, como ya es habitual en mis acciones, la intervención de los viandantes fue decisiva. Más fotos de la performance "Contamíname" pinchando aquí

Hubo, sin duda, muchas más cosas dignas de ser reseñadas, pero no puedo abarcarlas todas, por eso, a quienes estéis interesados en conocerlas, os recomiendo que visitéis el blog del festival.

Fuente: El Vals de los Elefantes