sábado, 15 de octubre de 2011

Humor, ternura y seducción a media voz

Humor, ternura y seducción a media voz

Poco antes de las ocho de la tarde los muñecos gigantes de Antonio Machado y Miguel Hernández permanecían quietos, como escolares tímidos y obedientes, apoyados contra la fachada de Santa Clara. Allí llegaron después de formar parte, como ocurrió ya el año pasado, de la cabalgata -vale decir también: batucada- que atravesó las calles del centro, anunciando el comienzo del Festival de Perfopoesía. A esa hora arrancó oficialmente el certamen, con un homenaje a Carlos Edmundo de Ory, el poeta que en uno de sus versos pidió que lo enterrasen vestido de payaso. Fallecido el pasado noviembre a los 87 años, el autor no asistió nunca a este joven certamen, aunque le habría encantado porque, como recordó el periodista y escritor Alejandro Luque, uno de sus amigos reunidos ayer para homenajearlo, fue uno de los escritores "más juguetones". "Poesía, juego y vida eran para él la misma cosa", recordó Luque, uno de los encargados de componer un retrato urgente y emocionado del autor de Aerolitos, Melos melancolía o La flauta prohibida. Ante varios familiares del poeta gaditano, Juan José Téllez (a través de un vídeo), Jesús Fernández Palacios, José Ramón Ripoll y Fernando Polavieja evocaron también la figura de Ory, cuyo mero nombre parece funcionar como un imán que atrajese las palabras de los mejores campos semánticos: por ejemplo el de la risa, por ejemplo el de la ternura.

Con Christina Rosenvinge llegó el susurro, la voz casi quebrada, el pop como arma de seducción masiva. Al terminar, una parte notable del público que llenaba la sala la aplaudió en pie. Lo mejor de su "perfo-recital", así fue denominado, consistió en la lectura de un texto en el que a modo de rebelde alegato final ante el juez vino a pedir disculpas (pero en realidad no) por tener un pasado, "como si fuera Mengele". Escrito -e interpretado- con ritmo y sincera ironía -en la línea tan judía, y en el fondo narcicista, del humor self-deprecating-, fue un buen resumen, y además divertido, y además lleno de guiños privados, de una carrera inusual en el panorama musical español por su valentía para tantear una voz propia sin acatar fronteras, excluyentes por definición: del pop adolescente al rock de autor con padrinos intocables -¡Sonic Youth!- y de vuelta al pop, ahora adulto pero liviano (o viceversa).

DIARIO DE SEVILLA

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